No todo en el geoparque es roca, palabra y concepto muy del gusto de los geólogos, también hay hueso, madera y mucha piedra.

Puede parecer que roca y piedra es lo mismo, pero no es así; la piedra suele referirse a fragmentos de pequeño tamaño y no a afloramientos, y además sirve igual para hablar de rocas que de minerales. A nosotros es no obstante la que nos interesa aquí, pues de ella, entre otras cosas como veremos, se compone el atractivo patrimonio de nuestro geoparque. En la iglesia de San Juan Bautista por ejemplo, en Berzocana, están depositados los restos de San Fulgencio y Santa Florentina. La historia de estos santos muy venerados, hermanos de San Isidoro de Sevilla y Teodora, mujer del rey Leovigildo, se remonta al siglo VI con la conversión al catolicismo de la monarquía visigoda arriana. Según cuenta la leyenda, sus restos transportados por unos clérigos que en el año 713 huían de Sevilla tras la invasión islámica fueron enterrados en estas sierras junto a un “brezo cano”, lo que justificaría el topónimo de la localidad, donde serían descubiertos en el siglo XIII por un labriego al toparse su arado con un arca de alabastro que los contenía. Protagonizaron más tarde un pleito promovido por la ciudad de Cartagena que los reclamaba, ya que los santos eran oriundos de allí, resuelto por Felipe II al determinar salomónicamente que dos huesos grandes fueran a El Escorial, dos a Murcia y el resto permaneciera en Berzocana, para lo que ordenó que se erigiese una capilla y donó el bello relicario que los contiene en esta iglesia de estilo gótico y exquisita factura interior.

→ Tiene Guadalupe hermoso

La leyenda también dice que los mismos clérigos que huían con los restos de los santos portaban consigo otro objeto más valioso si cabe; una imagen de la virgen que el mismísimo papa San Gregorio había regalado al quinto hermano, San Leandro, obispo de Sevilla. Y cuenta que también la enterraron, esta en las inmediaciones del río Guadalupejo. Lo uno llevó a lo otro y cuando en el siglo XIII, tras la correspondiente aparición mariana al vaquero Gil Cordero, se exhumó la imagen comenzó el devenir de lo que hoy conocemos como Real Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, la joya arquitectónica y espiritual de la provincia cacereña declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Hay que visitar alguna vez en la vida este celebérrimo lugar, y no ya por su larga tradición peregrina -que lo llevó a ser el templo más concurrido del antiguo reino de Castilla- sino por el espectáculo que ofrece su pétrea estampa recortada sobre el feroz pico Villuercas y los innumerables tesoros que alberga en su interior como el  divino patio mudéjar, los libros miniados, las obras de Zurbarán o la propia talla de la virgen negra.

Pero tiene Guadalupe hermoso, como canta la jota, mucho más que el monasterio, pues la misma puebla es un conjunto histórico de pintorescas callejuelas, con sus casas tradicionales de dos plantas sobre viguería de castaño que vuelan sobre la calle creando soportales originalmente ideados para mostrar, y proteger a la vez, la actividad comercial vinculada a la peregrinación. Y aún más, otros elementos patrimoniales como la famosa ermita del Humilladero, donde peregrinos como el propio Cervantes hincaron la rodilla al observar desde lo alto por primera vez la mole del conjunto monástico. O los conjuntos rurales de las granjas de Mirabel y Valdefuentes, en realidad palacios a escasos kilómetros de la localidad que a pesar de ser bienes de interés cultural no pueden visitarse por estar en manos privadas.

→ El castillo de Cabañas… del Castillo

Cabañas del Castillo tiene, cómo no, un castillo. O al menos quedan en pie partes del mismo y merece tanto la pena hacer el esfuerzo de subir por su senda empinada que no podemos dejar de recomendarlo; es probablemente junto al pico Villuercas el otero más espectacular de todo el geoparque, tanto para observar su abrupta orografía como para disfrutar de las numerosas aves que habitan los cantiles que lo rodean.

→ Verracos y la Marca Media

En el límite nororiental del geoparque nos encontramos con otras alhajas: la localidad de Villar del Pedroso -cuya magnífica iglesia también merece por cierto atención- y buena parte de la Jara fue patria de los vetones, un conjunto de pueblos de origen celta que habitó el norte de Cáceres desde la Edad del Hierro. Así lo demuestran los numerosos verracos de piedra que han aparecido en la zona; algunos de ellos, como el “Toro Mocho”, pueden verse integrados en el mobiliario público villaro. También hay otro en la localidad de Valdelacasa de Tajo y recientemente se han encontrado dos más que no se conocían.

Asimismo fue relevante aquí el periodo andalusí, pues la zona era parte del sistema defensivo destinado a frenar los avances cristianos sobre la Marca Media sarracena al sur del Tajo: atalayas y fortalezas que a lo largo del río servían de refugio a la población a la vez que daban cobertura a las razias musulmanas en suelo cristiano; la de Castros era una de ellas, entre el río Tajo y el desfiladero del Pedroso, un lugar poco accesible pero de espectacular belleza.

  AZUL PIEDRA - GEOPARQUE VILLUERCAS IBORES JARA
 
COLECCIONABLE AZUL PIEDRA
 
Monasterio de Guadalupe