La Vía de la Plata, el barrio judío, las termas romanas, Sotofermoso... y la Bien Parada. No hay mejor sitio para parar, queda claro.
El Valle del Ambroz es un paraíso, una buena parada, cualquiera que lo conozca lo confirmará; los montes de Tras la Sierra y la sierra de Béjar lo envuelven por el sur, el este y el norte mientras que se abre plácidamente hacia el llano por el oeste, ofreciendo unas puestas de sol que desde balcones naturales como Casas del Monte, son sencillamente sobrecogedoras. Digamos que lo tiene todo: bosques oscuros, cumbres nevadas, aguas cristalinas y un puñado de viejas piedras, madera y adobe que nos cuentan una historia tan antigua como sugerente: por ejemplo, y ya que hablamos de Casas del Monte, tanto esta población como su vecina Segura de Toro tienen su origen en asentamientos vetones, pueblos prerromanos de filiación celta que ocuparon buena parte del norte de la provincia de Cáceres, como recuerda aún en su plaza el toro de piedra que da apellido a Segura.
Roma dejó en el valle también su impronta, claro, y una ajetreada vida social a la sombra de la Vía de la Plata que dio forma a Aldeanueva del Camino, localidad que como su propio nombre indica surge aneja a la vieja calzada. Y por supuesto a Baños de Montemayor, en cuyas termas romanas aún se puede quitar uno los sinsabores del día a día. Lo iremos viendo.
Pero la cosa no queda aquí; en la histórica localidad de Abadía -así llamada porque en origen fue una abadía cisterciense, la misma que dio lugar al palacio de Sotofermoso del que después hablamos- también nos encontramos con el convento franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles de la Bien Parada, edificado en su mayor parte en el siglo XVII, que según dicen llegó a albergar nada más y nada menos que una facultad de Teología y Música. El sitio es precioso y el edificio magnífico, y aunque actualmente está en estado de ruina consolidada, su reciente protección como bien de interés cultural invita a ser optimista a propósito de su recuperación; que la Bien Parada nos ampare.
→ Sotofermoso
Pues hablemos entonces de Sotofermoso, que como ya hemos contado fue en origen una abadía cisterciense, aunque para ser más fiel a la historia que se cuenta de Abadía, parece ser que en realidad primero fue una fortaleza templaria. El caso es que en el s. XV, junto a buena parte del Ambroz y Tierras de Granadilla, pasó a manos de la Casa de Alba, abandonando sus funciones religiosas para convertirse en palacio de tales señores, llegando a la postre a ser un centro cultural y artístico de gran relevancia por el que pasaron eruditos italianos y flamencos, personajes nacionales de la talla de Lope de Vega y Garcilaso de la Vega o monarcas como Fernando el Católico, quien por lo visto aquí decidió su sucesión poco antes de morir en Madrigalejo camino de Guadalupe.
El patio mudéjar del edificio, perimetrado de arcos de herradura túmida sustentados sobre pilares labrados con decoración escultórica y con una galería superior de arcos escarzanos con los escudos de la Casa de Alba en sus esquinas, es sencillamente fantástico. Pero quizá el elemento diferenciador del conjunto sea el jardín renacentista; un crisol de construcciones, esculturas, pinturas y estucos, con diferentes especies de plantas y árboles, ingenios de agua, cenadores y fuentes, concebido a mayor gloria del gran Duque de Alba. Su aire decadente y nostálgico no deja indiferente, pues a pesar de estar protegido como Bien de Interés Cultural -igual que el palacio, aunque en este caso con la figura de jardín histórico- por desgracia se encuentra muy deteriorado y solo quedan vestigios de lo que debió ser. Sea como fuere, hay que tener en cuenta que el conjunto solo puede visitarse los lunes, excepto festivos, de diez a once y cuarto de la mañana.
→ Barrio Judío de Hervás
Fue declarado en 1969 Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Histórico, y está integrado a su vez en la Red de Juderías de España Caminos de Sefarad; un sugerente conjunto de calles y plazas de trazado abigarrado herencia de la comunidad judía establecida en Hervás, principalmente entre los siglos XIV y XV, hasta que se produce su expulsión debida al Edicto de Granada promulgado por los Reyes Católicos. El barrio ocupa la ladera noreste de la colina que desciende desde la iglesia de Santa María de Aguas Vivas, que preside desde lo alto la localidad, y llega hasta la orilla del río Ambroz. Conserva numerosos elementos tradicionales de la arquitectura típica serrana, en la que el castaño asoma en vanos y balcones, entramado con adobe y dando forma también a portales. Otra característica que llama mucho la atención de quienes lo recorren es el uso, poco habitual por otros lares, de la teja árabe en vertical como aislante para las paredes de las casas de las abundantes lluvias de la zona.
Además de sus innegables atractivos patrimoniales, Hervás tiene una intensa vida cultural y una propuesta gastronómica de lo más interesante, lo que ha convertido a la localidad en uno de los destinos turísticos más visitados de la provincia. Pasear por sus calles hasta la hora de comer y despacharse después una carne asada acompañada de las excelentes setas de la zona, no tiene cotejo.
→ Baños a la romana
Que los romanos eran gente lista no nos cabe duda y que a su visión cosmopolita y civilizadora debemos en buena parte los avances de la humanidad, tampoco. Entre otras muchas cosas ellos inventaron el caldarium, una sala de termas donde se tomaba el baño caliente que a la postre los árabes copiarían de Bizancio, el Imperio Romano de Oriente, construyendo en sus medinas baños públicos, o hammam, similares aunque algo más modestos. También estaba el frigidarium, donde se tomaba el baño frío, y el tepidarium donde se hacía lo propio con agua templada, alternando siempre esta última entre la fría y la caliente para no notar mucho el shock.
Pues bien, en Baños de Montemayor, la antigua Aqua Caprense, permanecen estas estructuras, y lo mejor de todo es que están en perfecto estado de uso y abiertas al público; exvotos, aras dedicadas a ninfas acuáticas y abundante epigrafía latina, nos dicen que estas fuentes termales eran utilizadas ya en el siglo II a.C. por militares, funcionarios y población hispano romana que encontraban alivio y bienestar en estas aguas sulfurosas que emanaban formando una laguna. Su temperatura de surgencia es de 43º C y están indicadas principalmente para procesos reumatológicos, artrosis, artritis o afecciones del aparato respiratorio, siendo además tonificantes y embellecedoras de la piel. El agua proviene de dos manantiales próximos entre sí llamados Columna y Arqueta. Todo muy sugerente.
AZUL PIEDRA · VALLE DEL AMBROZ