Monfragüe aporta uno de los más destacados ejemplos de la múltiple multiplicidad de la vida, algo que siempre fue y es su propósito pero que ya solo es posible confirmarlo y disfrutarlo en lugares como este corazón de Extremadura.
→ Hemos protegido nuestro corazón
Tenemos la porción más vivaz del Viejo Mundo. Extremadura cuenta, en efecto, con el patrimonio natural más completo y complejo de la región más agotada del planeta. Tiene, pues, la condición de oasis. A lo que cabe sumar que, cuando algo así coincide con la suficiente apreciación por parte de los nativos es que tenemos mucho y bueno que ofrecer. Y ofrecemos lo mejor que nos queda de la historia de la vida y de nosotros mismos.
Dehesa en la Reserva de la biosfera de Monfragüe
Explico. Si empezamos por lo directamente relacionado con lo humano considero la hospitalidad como máxima expresión directa y concreta de la ética. Pues bien, esa es la primera seña de identidad del extremeño, al menos del que no ha sido abducido por las urgencias desarrollistas que tanto mandan. Con todo, la mayoría, no silenciosa sino acallada, sabemos, compartir nuestra vida con las de otros. Algo que ya, insisto, resulta tan escaso como valioso.
Con relación a lo demás, es decir nuestros paisajes, conviene tener presente que son nuestra primera riqueza por resultar invariablemente el cimiento de todo lo que somos, sabemos y hacemos. Pero cuando alguien hospitalario no solo acoge a los iguales sino también a los diferentes, quiero decir al resto de los seres vivos, sin duda estamos ante una de las más consoladoras excepciones en este momento histórico que nos toca transitar. Porque aquí se entiende el real significado de la casa común. La pertenencia a algo muy anterior a nosotros mismos y que sigue aceptándonos, por no decir consintiéndonos. Consintiéndonos todo, incluso lo que destruye esto de lo que formamos parte.
Pero si ponemos el foco en la reserva de la biosfera de Monfragüe lo que encontramos es una superlativa multiplicación de lo mencionado. Es la vida concentrada en donde mucho vivo lo rodea todo por todas partes.
Cultivos de Tabaco (Toril)
Frente a tanto paisaje herido nos queda el corazón palpitante de todo el poniente ibérico que además actúa como banco de sangre para las necesarias transfusiones de vivacidad que cada día necesitan más otras comarcas, otros países.
“Aquí todavía se puede poner a todos nuestros sentidos a tener su mejor sentido, que no es otro que la contemplación de la capacidad creativa de la vida. Es solo un primer paso que puede desembocar en que aflore en nosotros el sentimiento de la Natura.”
Recordemos que las leyes que amparan porciones de nuestra naturaleza suponen una declaración de paz, un cese de hostilidades que beneficia sobre todo al que las declaró. Porque por mucho que se nos quiera olvidar las formas de usar el mundo de nuestra actual civilización son especialmente violentas. Demasiados se amparan en la hipocresía de considerar que todo está justificado en nombre de un denominado derecho universal de apropiación de todo cuanto contienen los horizontes. Cabe hacer una comparación. De la misma forma que abonar la tierra con materia orgánica equivale a acariciarla dándole el mejor alimento, frente a la agresión que supone usar exclusivamente productos de la industria química, el que dejemos a ciertos paisajes vivos el que sigan estándolo es una suerte de fertilización, pero no solo de ese entorno concreto sino de la sociedad en su conjunto. Del resto de los paisajes también.
Espacios naturales protegidos como Monfragüe cumplen al menos un centenar de funciones, todas ellas importantes, pero la que menos es tenida en cuenta es de carácter emocional. Aquí todavía se puede poner a todos nuestros sentidos a tener su mejor sentido, que no es otro que la contemplación de la capacidad creativa de la vida. Es solo un primer paso que puede desembocar en que aflore en nosotros el sentimiento de la Natura.
El Robledo (Malpartida de Plasencia)
Algo que invariablemente comienza con la admiración por lo visto. Continúa con la búsqueda de más elementos vivos con los que saciar el apetito que nuestras bellezas en libertad despiertan incluso en los poco, o nada, aficionados. Pero como estamos ante un gran escenario con actores de indudable destreza enseguida nos puede asistir algo de fantasía. Pensemos en que así era la mayor parte de nuestro ámbito mediterráneo hace muy pocos siglos. Me refiero a la evidente vocación que tienen de convertirse en lugares para contemplación de lo más importante que sucede en este planeta. Una función que como ya escribí en su día, para un monográfico sobre este parque, nos permite: Viajar desde la luz a la completa oscuridad.
Desde el sol a la tierra oscura en la que hurgan las raíces. Desde las propuestas del horizonte hasta los callos, que en las manos de los ya raros trabajadores del paisaje, explican tantas cosas. Desde la armonía velera de esas siluetas que cuajan en el aire de estas serranías al chapoteo de la rana en la charca. Desde la melodía del avecilla frondosa hasta el misterio no menos musical de nuestras orquídeas.
Monfragüe está, por supuesto, en el lado transparente de la realidad y, en consecuencia, todavía nos permite mirar a través de sus comunidades vivientes para iniciar esa comprensión pendiente que nos rescatará de nuestro destino de verdugos, para convertirnos en fundadores.
→ Elegancias
Contemplar es vestir al paisaje con nuestras miradas que si son lo suficientemente generosas se convertirán en un principio de complicidad de cara a que no sigan siendo desnudados. Pero con lo que se encuentra nuestra capacidad visual es con los infinitos trajes que la Natura ha colocado sobre la piel del mundo. Por lo que cabe aceptar, desde un primer momento, que es pura elegancia lo que nos obsequia Monfragüe. Para empezar el conjunto es discreto, no destacan altiveces. Incluso el puñado de hirsutas anomalías que suponen los peñones, boquerones, canchos no hacen más que engalanar más aún el derredor. Y convocan a más miradas todavía. Sierras sí, pero como serenamente acurrucadas en ellas mismas. Oleaje moderado de elevaciones que no pretenden llegar lejos sino al mejor lugar, a lo adecuado. Así las formas. Con relación a los colores recordemos que aquí el verde despliega una incontenible gama de sus propias tonalidades. Pero bajo su manto se esconde lo mejor.
La Portilla y sierra de Peñafalcón (Serradilla)
En todos los bosques, en efecto, se combate a la muerte poniendo al menos tanta vida nueva como vieja se fue para siempre. Sobre ellos y por ellos aletean hasta 250 especies de aves. Trepan, triscan, reptan y excavan numerosos reptiles. En las aguas de esta reserva bucean no menos peces y anfibios, con alguna compañía de aves y mamíferos. Unas 200 especies de vertebrados diferentes viven en Monfragüe de forma permanente, y otros muchos pasan durante las migraciones. Se supone desaparecido al lince ibérico, pero estamos seguros de que reaparecerá, de forma natural o mediante la deseable reintroducción.
Lo acaso más relevante es que estamos también en el casino de los más escasos, en el lugar de encuentro de las especies más amenazadas que casi invariablemente llevan puesta la condición de espectaculares.
“Unas 200 especies de vertebrados diferentes viven en Monfragüe de forma permanente”
Pero en lugares como nuestro único parque nacional contamos con otras muchas confluencias de la vivacidad con ella misma para lograr la prodigiosa continuidad.
Tumba de la Princesa (Malpartida de Plasencia)
Porque un paisaje vivo sobre todo es suma de teselas palpitantes. Pero si además estas porciones del gran mosaico son de agua y roca, de pradera y dehesa, de maraña montuna y baldío, de charca y unos pocos edificios entonces tenemos asegurada la otra gran categoría de la vivacidad: la multiplicación. Podemos ir más lejos porque Monfragüe aporta uno de los más destacados ejemplos de la múltiple multiplicidad de la vida, algo que siempre fue y es su propósito pero que ya solo es posible confirmarlo y disfrutarlo en lugares como este corazón de Extremadura.
Disfrutas con la pasión que destilan los perdederos de esta comarca. Si eres capaz de silenciarte y ocultarte, escucharás los latidos del derredor. Intuirás, sobre todo, la pasión por hacer menos mortal a la muerte. Por el intento, de momento suficientemente logrado, de que la extinción quede superada y alejada. Poco, o nada, tiene más distinción, o si se quiere elegancia, como mantiene el título de este subcapítulo, que estos tenaces empeños que Monfragüe emprende para vivificarlo todo.
→ De un desastre evitado a una vivaz convivencia
Conviene no olvidar que esta plaza mayor de la vida fue rescatada in extremis del potro de tortura que para todo paisaje supone una masiva sustitución forestal. Las alarmas dadas por Jesús Garzón en 1970/71 fueron secundadas por un notable reclutamiento de voluntarios y de fondos. Con todo y todos ellos se pudo frenar lo que pronto se demostró como del todo aberrante. Para no caer en futuras tentaciones se consiguió la declaración de parque natural en 1979, de reserva de la biosfera en el 2003 y parque nacional en el 2007. Sin olvidar otras dos amables confluencias pues aquí también gozamos de la consideración de ZEPA, zona de especial protección para las aves y de LIC, lugar de importancia comunitaria. En suma que tras el riesgo de perder la primera seña de identidad de Extremadura se produjo esta crecida sensatez legislativa que, como círculos concéntricos, fueron mejorando la calidad y la cantidad de la protección.
Pesca deportiva en Arrocampo (Saucedilla)
Protección no solo del paisaje más vivaz y característico sino también de lo que desde 1971 supone la principal caricia que los humanos damos a los entornos que nos sustentan. Esa es la fecha de la puesta en marcha del programa Hombre y Biosfera de la UNESCO. Un hito, sin duda, ya que fue el de partida para la creación de una tupida red de reservas que hoy nos hacen compatibles con todos los procesos naturales en 669 destacados enclaves de todo el planeta. España lidera ese listado pues cuenta con 47 reservas de la biosfera que suponen el 11% del territorio nacional.
Monfragüe es una de las más relevantes desde el momento en que aquí conviven vecinos de 14 municipios con la mayor concentración de vida salvaje del continente. Por si eso fuera poco son algo más de 300.000 las visitas que la reserva recibe. Afluencia que conforma el núcleo duro del turismo de Natura que se lleva a cabo en Extremadura. La celebración en el centro de la zona protegida, concretamente en Villareal de San Carlos, de la FIO feria internacional de turismo ornitológico, consolidada ya con 13 ediciones, no deja de ser un indicador de los destinos paralelos entre la protección y los beneficios que de la misma pueden y deben llegar a los habitantes de las reservas.
Queda así demostrada una de las propuestas que más necesitamos generalizar. Me refiero a que la verdadera vocación de los paisajes es acoger. Si la residencia de los humanos y sus quehaceres no daña a la de los otros seres vivos lo que se pone en marcha es precisamente lo que el programa hombre y biosfera busca. La inclusión de todas las tradicionales actividades del sector primario en el seno de las tramas, ciclos y procesos espontáneos supone una triple coherencia. La primera es la mencionada de acariciar en lugar de torturar al derredor con lo que, entre otras cosas mejora el bienestar sicológico de los residentes y visitantes. No conviene olvidar que el paisaje puede serenarnos o enervarnos. Las dehesas, sin duda el mejor logro de la historia ya que es el ámbito donde la cultura y la natura consiguen empatar, resultan un inmejorable ejemplo de lo afirmado. Los sicólogos detectan que este paisaje, tan humanizado como natural, produce sosiego en quienes lo contemplan y lo viven. Todo ello permitiendo además la obtención de algunos de los mejores productos alimentarios del mundo mediterráneo. La lucidez de una vivaz convivencia.
Rebaños trashumantes en la dehesa (Serrejón)
Las dehesas, sin duda el mejor logro de la historia ya que es el ámbito donde la cultura y la natura consiguen empatar. |LS|...|RS| La lucidez de una vivaz convivencia.
Que es el segundo propósito de las reservas, es decir el de conseguir que todos los productos locales, esencialmente los que comemos, sean de mucha mayor calidad para nuestros cuerpos y para el resto de la comunidad natural. Algo que invariablemente redunda en las siempre escasas rentas agrarias y ganaderas tradicionales. Pero, cuando se procede como en la reserva de la biosfera de Monfragüe, se consigue, en tercer lugar, el más bello de los propósitos que no es otro que el de no esterilizar el porvenir. Se trata de que esas mismas encinas y alcornoques, esos canchos y buitres, esos ganados y cultivares, que ahora vemos y disfrutamos, sigan dando sentido a la vida a través de su primera vocación y destreza: su propia continuidad. Poco, o nada, más solidario y sensato que conservar el futuro.
→ Ser los mejores
Para culminar algo de sana vanidad. Porque demasiadas veces hay carcomas royendo la autoestima de los extremeños. Desde las cloacas del entendimiento emergió considerar riqueza solo a lo que podía ser expresado en números y en cantidad de mercancía. Pero el verdadero capital, como todavía dicen algunos de los que trabajan con sus manos, es la Ttierra (sic) de la que emergen todos los futuros. Tener lo que ya casi nadie tiene, no haber perdido lo que tenemos por el ansia de lo que no tenemos, y que casi siempre resulta prescindible, es el motivo más que suficiente para presumir.
Equipamientos en el castillo de Mirabel (Mirabel)
Quiero culminar esta aproximación a Monfragüe -restaurador de miradas y emociones, maestro de verdadera economía, amistoso para los que todavía no han nacido- con algunas consideraciones que he intentado transmitir. Llevo casi cincuenta años intentando, por todos los canales de la comunicación a propios y extraños, locales y extranjeros transmitir lo que el paisaje vivo transmite. Puedo jurar que lugares como esta reserva son uno de las mejores fuentes de información transparente con la que podemos contar. Porque este espacio nos está mejorando por la sencilla razón de que contiene mucha belleza en libertad. Supone encuentros con todos los elementos, procesos y ciclos básicos para la continuidad de la vida. En consecuencia rescatan, mantienen y multiplican la principal destreza de la Vvida (sic). Vengan a comprobarlo. Paladeen la autenticidad. Háganlo con discreción y respeto, es decir usen de la mejor forma posible estos paisajes todavía vivos. No es difícil, consiste en disfrutarlos sin impedir el disfrute de ninguno de sus residentes habituales. Poco, o nada, resulta más digno que dejarlo todo como estaba. Nadie añade una pincelada a un cuadro de Goya, ni mucho menos lo rasca para dejar una cicatriz en el lienzo. Así hay que proceder con las reservas de la biosfera.
Por si todo eso fuera poco suponen la mejor dieta visual para tanto ojo cansado como se extravía por la vieja Europa. Y si, finalmente, aceptamos, como mantuvieron Platón, Goethe o Pessoa, que somos lo que miramos, vengan a Monfragüe para ser los mejores.
